La puerta es una creación humana. El ser humano es un misterio, puesto que nunca se conoce lo suficiente a nadie. Una puerta encierra pues algo misterioso. Traspasar una puerta es ingresar en otro ambiente, otro mundo, al fin. Una puerta protege a los que están detrás, pero también esconde aquello que no se quiere mostrar o que no tiene por qué ser mostrado.
Una puerta totalmente abierta es una invitación franca a entrar, una acogida cordial al visitante, un signo de hospitalidad. Si sólo está entreabierta y alguien se protege tras ella y mantiene la posibilidad de cerrarla de golpe es signo de desconfianza. Si no hay nadie tras ella es una invitación a entrar, pero el hecho de que esté sólo un poco abierta genera inquietud.
En este caso el ambiente que representa el cuadro induce al desasosiego. El espectador no sabe si en la casa se espera a un desconocido o a alguien familiar. Se advierte también que la puerta no es lujosa ni tiene ningún otro distintivo. Representa pues a todas la puertas, y más concretamente alude a lo que puede haber detrás de ella. La estancia a la que da paso se presenta totalmente oscura, tan sólo un candelabro con unas pocas velas proporciona una poca luz, que no deja ver nada más. Tras una puerta puede haber un hogar acogedor, o se puede esconder el peor de los peligros; entre ambos extremos, un sinfín de posibilidades.
La pintura, como se demuestra en esta ocasión, ofrece la posibilidad de definir con mucha mayor precisión que el lenguaje escrito la esencia de las cosas. Se aprecia la maestría de la autora en la distribución de la luz de la calle y en el pulcro cuidado de todos los detalles.
Una puerta totalmente abierta es una invitación franca a entrar, una acogida cordial al visitante, un signo de hospitalidad. Si sólo está entreabierta y alguien se protege tras ella y mantiene la posibilidad de cerrarla de golpe es signo de desconfianza. Si no hay nadie tras ella es una invitación a entrar, pero el hecho de que esté sólo un poco abierta genera inquietud.
En este caso el ambiente que representa el cuadro induce al desasosiego. El espectador no sabe si en la casa se espera a un desconocido o a alguien familiar. Se advierte también que la puerta no es lujosa ni tiene ningún otro distintivo. Representa pues a todas la puertas, y más concretamente alude a lo que puede haber detrás de ella. La estancia a la que da paso se presenta totalmente oscura, tan sólo un candelabro con unas pocas velas proporciona una poca luz, que no deja ver nada más. Tras una puerta puede haber un hogar acogedor, o se puede esconder el peor de los peligros; entre ambos extremos, un sinfín de posibilidades.
La pintura, como se demuestra en esta ocasión, ofrece la posibilidad de definir con mucha mayor precisión que el lenguaje escrito la esencia de las cosas. Se aprecia la maestría de la autora en la distribución de la luz de la calle y en el pulcro cuidado de todos los detalles.
The Door, de María Claudia Faverio
Texto de Vicente Torres
2 comentarios:
Sol O'Connor te ha enviado un enlace a un blog:
Me gustaron mucho las connotaciones que le das al cuadro, Vicente. Nunca me habría puesto a pensar en todo lo que puede significar una puerta. Buenísimo lo tuyo. Y muy bueno el cuadro, por cierto.
Inquietante el cuadro, así como lo que se intuye detrás de la puerta...
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