Calentando la «fusión fría»
El 23 de marzo de 1989 Fleischmann y Pons, químicos ambos de la Universidad de Utah, realizaron una declaración que convulsionó el mundo: habían anunciado lo que se conocería como «fusión fría». Un gran número de equipos independientes se lanzaron a tratar de replicar el experimento. La mayoría fracasaron en el intento, incluidos grupos tan notables como el del MIT; sin embargo, y esto es importante, unos pocos tuvieron éxito. Desde entonces, un pequeño pero pertinaz puñado de científicos ha estado trabajando contracorriente en esta área de investigación logrando resultados por todo el mundo y publicándolos en revistas de investigación.
En esta entrada podemos leer una traducción al español de una transcripción de un reportaje realizado por el prestigioso programa «60 minutos».
La «fusión fría», algo más que ciencia basura
Fuente: CBS [enlace].
Hace veinte años por un momento pareció que todos nuestros problemas energéticos se podrían resolver. Fue el anuncio de la fusión fría —energía nuclear como la que mueve el Sol— pero a temperatura ambiente sobre una mesa. Prometía ser barata, ilimitada y limpia. La fusión fría daría término a nuestra dependencia de Oriente Medio y podría parar las emisiones de gas invernadero responsables del calentamiento global. Lo cambiaría todo.
Pero entonces, tan rápido como fue anunciada, fue desacreditada. Lo fue tan completamente, que ``la fusión fría´´ llegó a ser repetidamente sinónimo de ciencia basura. Pues bien, algo extraño ocurrió en el camino al olvido: para muchos científicos hoy, la fusión fría está de nuevo de actualidad.
"Podemos traer el poder de la física nuclear a una mesa. El potencial es ilimitado. Esa es la fuente de energía más poderosa conocida por el hombre", declaró el investigador Michael McKubre al corresponsal de «60 minutos» Scott Pelley.
McKubre afirma que ha visto esa energía más de 50 veces en experimentos de fusión fría que él está llevando a cabo en SRI International, un respetado laboratorio californiano que realiza muchos trabajos para el Gobierno. McKubre es un electro-químico que imagina, dentro de 20 años, la creación de una batería nuclear limpia. "Por ejemplo, un ordenador portátil estaría precargado con toda la energía que quisieras usar. Estarías liberado de tu cargador y del enchufe de la pared", explicó.
Lo mismo ocurriría con los coches. "El potencial es para una fuente de energía que haría funcionar tu coche durante tres o cuatro años, por ejemplo. Y lo llevarías al taller cada cuatro años y ellos te proporcionarían una nueva fuente de alimentación" —le dijo McKubre a Pelley.
"¿Y las centrales generadoras de energía?" —Preguntó Pelley.
"Puede imaginar una en la que cada una de las varillas de combustible nuclear es reemplazada por una varilla de fusión fría. Y la diferencia sería sólo que al final de la vida de esa varilla de combustible no se tendrían desechos nucleares de los que deshacerse" —replicó McKubre.
Él mostró a «60 minutos» lo simple que parece el experimento; hay sólo tres ingredientes principales. Primero está el paladio, un metal en la familia del platino. Segundo, uno que necesita un tipo de hidrógeno llamado deuterio que se encuentra en el agua de mar.
"El deuterio es básicamente ilimitado. Hay diez veces más energía en el deuterio contenido en un galón de agua de mar que en un galón de gasolina", explicó.
El paladio se coloca en agua que contiene deuterio [«agua pesada»] y el tercer ingrediente es una corriente eléctrica.
El experimento es envuelto en aislantes térmicos e instrumentos. Ellos buscan lo que denominan ``exeso de calor´´. En otras palabras, ¿es más la energía que sale que la que entra?
Nadie sabe exactamente cómo se genera el calor extra, pero McKubre mostró a «60 minutos» lo que él piensa que está pasando.
A nivel atómico, el paladio es como un retículo y la electricidad empuja al deuterio hacia el paladio. "Los átomos de deuterio tocan la superficie y se introducen en el retículo", explicó usando una representación artística del retículo.
McKubre cree que hay una reacción nuclear —posiblemente un proceso de fusión como el que tiene lugar en el Sol, pero dentro del metal, a un ritmo menor y sin radiación peligrosa.
Hoy en día a los científicos les gusta llamar al proceso un efecto nuclear en vez de fusión fría. Al menos 20 laboratorios trabajando independientemente han publicado informes de exceso de calor —calor hasta 25 veces mayor que la electricidad empleada.
"Esta pequeña pieza de metal de paladio tiene aproximadamente la tercera parte de energía que una batería en su automóvil. Así que volúmenes muy pequeños, masas muy pequeñas pueden producir grandes cantidades de energía", explicó sosteniendo una pequeña pieza de papel de paladio de sólo 0,3 gramos.
McKubre ha estado trabajando en esto desde que la desacreditada primera afirmación de fusión fría llegara a los titulares hace 20 años.
"Trabajar en esto es casi poner su credibilidad científica en riesgo y me pregunto... ¿por qué lo ha hecho?" —Preguntó Pelley.
"Creo que si hay un 1% de probabilidad de que Fleischmann y Pos estuvieran en lo correcto, y ahora creo que esa posibilidad es del 99%, tengo el deber de trabajar en ello" —Respondió.
Martin Fleischmann y Stanley Pons asombraron al mundo en 1989 con su rueda de prensa sobre la fusión fría en la Universidad de Utah. Fleischmann, en particular, era uno de los principales electroquímicos del mundo cuando el anuncio de fusión a temperatura ambiente incendió el mundo. Inmediatamente, prestigiosos laboratorios del MIT y CALTECH se apresuraron a reproducir los experimentos pero no obtuvieron los mismos resultados que Fleischmann y Pons. Sus carreras científicas fueron destruidas tan rápidamente como un fogonazo nuclear. Nombres una vez asociados al premio Nóbel fueron olvidados por casi todos. Y la mayor parte del mundo científico actual está contento dejando las cosas tal como están.
"Todavía estoy esperando a los calentadores de agua. Estoy esperando todavía a lo que produzca calor según demanda", le dijo a Pelley Richard Garwin, uno de los más respetados físicos del mundo.
En la década de 1950, Richard Garwin ayudó a diseñar el experimento de fusión de más éxito de todos los tiempos: la bomba de hidrógeno.
"Fue desafortunadamente, un experimento muy exitoso", le dijo Garwin a Pelley.
Garwin fue un crítico de Martin Fleishchmann allá por 1999. Y él ha visto informes sobre la investigación que se han hecho desde entonces.
Él piensa que McKubre está equivocado.
Al preguntarle porqué, Garwin dijo: "Pienso que probablmente las medidas de energía entrante están equivocadas".
Esta es una de las críticas más comunes a los experimentos de fusión fría —que la cantidad de electricidad entrante y el calor irradiado simplemente han sido mal medidos.
"Es posible, es posible, que haya estado midiendo equivocadamente la energía durante 20 años, pero pienso que es extremadamente improbable. Una cantidad muy grande de personas han estado haciendo estas mediciones y las mediciones de corriente, voltaje, temperatura y resistencia son algunas de las mediciones más sencillas que un físico o un científico físico puede hacer", dijo McKubre.
Pero hay otro problema que los críticos señalan: los experimentos producen exceso de calor a lo sumo el 70% de las veces y pueden pasar días o semanas hasta que el exceso de calor aparezca. Y nunca se repite la misma cantidad de energía.
"Un requisito que pido es que seas capaz de hacer una de estas cosas, replicarla, ponerla aquí. Que caliente una taza de té y me la beba y que caliente otra taza de té para que me la vuelva a tomar. Esto [la fusión fría] no es así" —Dijo Garwin.
Él le dijo a Pelley que para que él se volviera creyente, el proceso debería funcionar el 100% de las veces.
Pero McKubre dijo, "Nuestros críticos a menudo se quejan de que no podemos hervir agua para hacer té. Podríamos, de hecho, haber hervido 242 l de agua y haber hecho 1000 tazas de té si hubiéramos querido hacerlo".
Nadie está seguro de por qué los experimentos no pueden ser reproducidos sistemáticamente. McKubre piensa que es algo que tiene que ver con cómo es preparado el paladio. Él está trabajando con un laboratorio gubernamental italiano llamado ENEA donde es producido parte del paladio de mayor calidad. Con tantas cuestiones abiertas, «60 minutos» quiso averiguar si la fusión fría es más que una tormenta en un vaso de agua. Así que «60 minutos» se dirigió a un científico independiente, Rob Duncan, vicerrector de investigación en la Universidad de Missouri y un experto en la medición de la energía.
"Cuando le llamamos por primera vez y le dijimos que nos gustaría que examinara la fusión fría para «60 minutos»... ¿qué pensó cuando colgó el teléfono?" —Le preguntó Pelley a Duncan.
"Pienso que mi primera reacción fue algo como «bueno, ¿no ha sido desmentida?»" —Replicó.
Le pedimos a Duncan ir con «60 minutos» a Israel, en donde un laboratorio llamado Energetics Technologies había informado sobre algunas de las mayores ganancias de energía hasta el momento.
Duncan pasó dos días examinando los experimentos de fusión fría e investigando si las mediciones eran precisas.
Al preguntarle qué pensaba cuando abandonó el laboratorio israelí, Duncan le dijo a Pelley: "Pienso «¡Guau! Han hecho algo muy interesante aquí»".
Él trituró números por sí mismo y buscó una explicación distinta de un efecto nuclear. "Hallé que el trabajo hecho estaba realizado cuidadosamente, y que el calor sobrante, tal como lo veo ahora, es muy real" —dijo Duncan.
Al preguntarle si estaba sorprendido de que él se oyera a sí mismo diciendo aquello, Duncan le dijo a Pelley: "Muchísimo. Nunca pensé que diría eso".
Y hemos averiguado que el Pentágono también lo está diciendo. La Agencia de Proyectos Avanzados de Investigación de Defensa, conocida como DARPA (Defense Advanced Research Projects Agency), hizo su propio análisis y «60 minutos» obtuvo una memoria interna que concluye que "no hay duda de que un exceso anómalo de calor se produce en esos experimentos".
Al preguntarle si se sentía reivindicado tras todos estos años, McKubre le dijo a Pelley con una sonrisa: "No tengo ninguna necesidad real de reivindicación. Sé lo que he visto".
"Sin embargo, esa fue una sonrisa bastante amplia en su rostro" —señaló Pelley.
"Es bueno. No es malo. Ciertamente es bueno" —Replicó McKubre.
Ahora el Pentágono está financiando más experimentos en el laboratorio de investigación naval en Washington, D.C. y en el laboratorio de McKubre en California.
«60 minutos» se preguntaba lo que Richard Garwin pensaría de la valoración del Departamento de Defensa.
"Los experimentos no dejan duda de que un exceso de calor anómalo es producido" —le dijo Pelley a Garwin.
"Bien, eso es una afirmación", dijo Garwin. "Soy una prueba viviente de que hay duda. Ahora, ellos pueden decir que allí hay un exceso de calor que está siendo producido. Pero no pueden decir que no hay duda. Todo lo que pueden decir es que ellos no dudan. Pero yo dudo".
"Si me pregunta si esto va a tener un impacto sobre nuestra política energética, es imposible de decir porque fundamentalmente no entendemos el proceso todavía. Pero decir que porque no entendemos fundamentalmente el proceso es porque no lo vamos a estudiar es como decir «estoy demasiado enfermo como para ir al médico»" —Argumentó Duncan.
"Sabe, me pregunto cómo se siente al aparecer en público suscribiéndose a este fenómeno en «60 minutos» cuando quizás el 90%, a ojo, de sus colegas piensan que es mala ciencia" —Inquirió Pelley.
"Ciertamente yo estaba entre ese 90% antes de mirar los datos. Y puedo ver que estarán muy preocupados cuando vean esto. Todo lo que tengo que decir es: lean los resultados publicados. Hablen con los científicos. Nunca dejen que nadie piense por ustedes" —replicó.
Había un científico más al que «60 minutos» quería encontrar, un hombre que dejó América en la desgracia y se retiró con su esposa a la campiña inglesa.
Martin Fleischmann, el hombre que anunció la fusión fría al mundo, está lacrado por los años, la diabetes, la enfermedad de Parkinson y quizás un poco de amargura. En su casa, sacó una versión mejorada de su experimento, algo en lo que estaba trabajando cuando fue expulsado de la ciencia.
"Cuando sostiene eso en su mano y rememora lo que ha sucedido durante estos últimos 20 años... ¿qué piensa?" —Preguntó Pelley.
"Una oportunidad desaprovechada", replicó Fleischmann.
Él piensa de esta manera porque fue desacreditado en aquel momento.
Le dijo a Pelley que se arrepentía de dos cosas: de llamar al efecto nuclear "fusión", un nombre acuñado por un competidor, y de haber dado esa rueda de prensa, algo que dice que la Universidad de Utah quiso.
"Ahora que sabe que sus experimentos han sido reproducidos y mejorados en laboratorios por todo el mundo, me pregunto... ¿ve un día en el que los hogares estén alimentados por estas células, cuando los coches sean alimentados por estas células?" —Preguntó Pelley.
"Así lo pienso. No llevará mucho implementar esto", replicó Fleischmann riendo. "Me hace sentir como si debiera tomar parte en esto".
"¿Le estoy haciendo interesarse de nuevo?" —Preguntó Pelley.
"Sí", replicó Fleischmann riéndose. "El potencial es excitante".
Para más información, visita:
- El sitio LENR-CAR [enlace]. Biblioteca digital con multitud de artículos y enlaces (en inglés).
- Guía del estudiante de la fusión fría [enlace] (en inglés).
- Knol sobre la fusión fría [enlace] (en inglés).
- Noticia: Físico afirma haber logrado la primera demostración de «fusión fría» [enlace].
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- Energía geotérmica: Ventajas y riesgos [enlace].
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