Es un lugar común aquello de que la inteligencia es el mejor repartido de los dones, porque todos están conformes con la que tienen. Este pensamiento, no obstante, tiene una base real, puesto que cualquier persona, sea cual sea su inteligencia puede buscar su felicidad, que es la principal meta de la vida. En realidad, todas las metas, justicia, felicidad, amor, etc., son la misma, porque no puede existir una sin las otras.
Un político catalán calificó como un insulto a la inteligencia el ‘Manifiesto por la Lengua Común’, firmado por un gran número de intelectuales. “Entonces usted no tiene por qué considerarse ofendido, buen hombre”, respondió Fernando Savater, en un artículo titulado “Ciudadanía y lengua común”. Pero al “buen hombre”, más que inteligencia, lo que le falta es valor, cualidad humana que para Julián Marías era la más importante de todas. Al “buen hombre” le faltó valor para enfrentarse al citado Manifiesto por la Lengua Común y considerar desapasionadamente el documento, con la intención de mejorar su propia opinión sobre el asunto y agradeciendo a sus autores y firmantes que hicieran uso de libertad de pensamiento y expresión, único modo de que se pueda avanzar en el conocimiento de las cosas.
Quienes no tienen suficiente valor se niegan a aceptar las ideas de los demás diferentes de las suyas. Quizá soportan con estoicismo que las tengan, pero de ahí no pasan. Y no sólo eso, quien no tiene valor es incapaz de enfrentarse a la realidad de la vida, al no poder someter sus propias pasiones. Incapaz de defender la justicia, por lo que pueda pasar; incapaz de buscar la verdad de las cosas, por si no conviene; incapaz al fin de tantas cosas, opta por ponerse una máscara que se asemeje en algo a lo que quisiera ser. Con ella, se mira al espejo y acaba por creerse que es así; se presenta a los demás, que la dan por buena, quizá por su espíritu bondadoso, acaso porque también llevan una, y de esta guisa va por la vida sin percatarse de que parecer no es lo mismo que ser. Y de pronto, puede venir una racha de viento y que se lleva la máscara por delante y entonces se ve que debajo no había nada.
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