El
cerebro humano tiene como función la de ayudar a sobrevivir a su
poseedor y para ello le hace ver las cosas del modo que más le
convienen. Dado que en la naturaleza humana está escrita la
necesidad de sentirse bueno, cualquiera que le pregunte a su cerebro
en este sentido obtendrá el sí como respuesta.
Pero
quien tenga verdadero interés en el asunto debe someterse a un
autoanálisis más elaborado. Y el resultado, si el autoanálisis es
sincero ha de ser, más o menos, como el que le dijo Hamlet a
Polonio: Si hubiera que tratarnos a cada uno según nos merecemos nos
tendrían que moler a palos a todos.
Pero
también los hay que en lugar de practicar ese exigente autoanálisis
optan por otro recurso: la transparencia. Dicen: fulano es
transparente, y con eso ya está catalogado como buena persona. Pero
los únicos transparentes de los que se tiene noticia son los hijos
de los frailes. Eso decían cuando se levantaba alguien en el cine,
impidiendo la visión a los de atrás: ¡Eh, que no eres hijo de
fraile! En la realidad, donde es necesaria la transparencia es en las
cuentas de las empresas, públicas o privadas.
Hay
quien cree que la bondad brota de forma natural, como los hongos del
bosque, y a continuación se comporta de forma visceral y es cuando
se comprende que piense de ese modo. Alguien que reconoce a esa
persona como de su propia secta dice: es inteligente y buena. Y
resulta imposible atar esa mosca por el rabo, porque inteligente,
buena y visceral, todo al mismo tiempo no puede ser.
El
mal brota de forma espontánea y se nutre del rencor, del deseo de
venganza, de la codicia, del egoísmo y de cualquier otra hierba
similar.
El
bien sólo surge del deseo de hacerlo y del esfuerzo para
conseguirlo. El bien requiere de mucha constancia, no sólo para
hacerlo, sino para resistir la tentación de hacer el mal. Ya se sabe
que el poder corrompe y el poder absoluto corrompe absolutamente. El
error consiste en creer que son pocos los que tienen poder, cuando
cualquiera puede hacer alguna maldad, y generalmente de forma impune.
4 comentarios:
Vicente, siempre he creido que los que se transparentaban eran los hijos de los cristaleros, que a fuerza de ver trabajar el cristal, adquirían esas peculiaridades como propias.
Lo de los frailes no lo tengo tan claro.
Saludos
Buena persona si,trasparencia hasta que punto no sé yo... que tal es bueno...puedes parecer tonto.
Lo de los frailes será por el poder que tenían antiguamente?...
Saludos Vicente.
la transparencia siempre es una virtud, en actos políticos es necesaria para que la sociedad pueda tomar partido en las decisiones y ejercer su soberanía mediante los instrumentos de los que dispone al margen de las elecciones
Se dice que los hijos de los frailes son transparentes porque se sabe que están, pero nadie los ve.
Anónimo, sí que echa de menos que las cuentas de los partidos políticos no sean transparentes.
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