Una
necesidad humana es la de 'ser'; para ello hay que 'estar' en el
pensamiento de otros, y estarlo por motivos espirituales, no
materiales o interesados. Esto es así porque todo lo que hace el ser
humano lo hace en colaboración con otros o apoyándose en estudios
de otros y, a menudo, compitiendo con otros.
No
se tiene la sensación de 'ser' si no se piensa que se han hecho
suficientes méritos para ser aceptado por otros. Todo lo que se hace
en la vida tiene esa finalidad: ser reconocido, aceptado, querido y
hasta admirado.
Por
otro lado, hay que tener en cuenta también que 'la vida' no puede
hacer discriminaciones. Todo el mundo ha de contar de antemano con la
posibilidad de lograr esa meta. No es necesario para ello lograr un
premio Nobel, un Óscar o una medalla olímpica. Hay muchas otras
posibilidades para merecer ese premio. Todas ellas, no obstante,
requieren de mucho esfuerzo.
Es
por eso, quizá, que parte del personal prefiere esforzarse menos y
para ello lo que hace es disfrazar la meta. No intenta estar en la
mente de otros por motivos espirituales, nada interesados, o sea,
puramente afectivos, sino todo lo contrario, se conforma con estar
por interés. En estos casos el sujeto se sabe aceptado hoy por una
serie de personas, pero ignora cuantas de ellas seguirán aceptándolo
mañana, entre otras cosas porque sus afectos tampoco tienen voluntad
de perpetuarse. Cuando deja de interesarle alguien, simplemente rompe
los lazos que le unían con esa persona.
Todo
el mundo ha roto lazos alguna vez, pero la persona que tiene voluntad
de 'ser' nunca lo hace por capricho, ni por desinterés. Para alguien
que aspira a 'ser', o sea, que quiere desentrañar los misterios de
la vida no hay nadie que, en principio, le parezca poco interesante.
En
general, la gente tiene sentimientos de gratitud y simpatía hacia
todos aquellos que se esforzaron y sacrificaron por aportar algo a la
humanidad. No es necesario que sepa sus nombres o conozca sus vidas.
Sabe que hay un número indeterminado de gente que ha obrado de este
modo. Se piensa con desagrado en aquellos que actuaron egoístamente,
o se dejaron vencer por la envida o la soberbia o cualquier otro
vicio parecido.
3 comentarios:
Interesante reflexión con la que sustancialmente estoy de acuerdo. Javier Paniagua
Como casi siempre con las cosas de Vicente, lo subscribo.
Muy interesante reflexión, Vicente. Muy acertado. Saludos y abrazos
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