sábado, 16 de febrero de 2013

La belleza del almendro en flor


Hablar de la belleza es gratificante, pero también, en cierto modo, un tanto azaroso. El problema principal es definir la belleza. No a todos les parecen bellas las mismas cosas, ni a todos les afecta igual la contemplación de algo bello.
El alma humana es bella cuando corresponde a una buena persona. No cabe duda de ello e incluso induce al sosiego de quienes la contemplan, en el caso de que también sean buenas personas. A las que no lo son las llena de envidia. No hay nada que envidie más una mala persona que la bondad.
La foto que ilustra el texto es algo antigua. Me la envió un amigo de Parcent y en ella conviven tres cosas bellas: la nieve en el peñón de Tárbena, las naranjas y los almendros en flor.
Este es el tiempo del almendro en flor, con cuya belleza pocas cosas pueden competir. El almendro en flor, tan bello, también es muy delicado y está sujeto a muchos peligros. Entre ellos, el del frío. En la foto, el frío está lejos, allá en lo alto del peñón y el peligro que representa para las naranjas y las flores del almendro no es inmediato. Más bien sirve para embellecer el marco al añadir una tonalidad del blanco al blanco de la flores, en contraste con el vivo colorido de las naranjas.
La belleza, la fragilidad, la naturaleza que parece ingeniárselas para combinar cosas útiles y hermosas, y como contrapartida esas cosas horrendas y dañinas, en las que tampoco se puede dejar de pensar, puesto que tienen una existencia real y palpable.
Las amenazas para tanta belleza siempre están latentes, pero el mal no puede triunfar nunca sobre la belleza, tan solo puede apagarla momentáneamente. El triunfo del mal es efímero. Lo bello volverá y, mientras tanto, permanece en la memoria de las gentes.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Es verdad, lo bello se impone siempre en la memoria y en los ojos, asi el mal y el daño van y vienen pero no permanecen tanto como la bondad y la belleza. Los primeros son un punto negro que marcan el finito para que exista comparacion. El infinito no tiene limites, mientras que el finito sí

Alma