sábado, 2 de marzo de 2013

Horizontes humanos

La contemplación del horizonte induce a pensar en la grandeza. Hay gente que la busca, y lo hace de forma callada. La verdadera grandeza no necesita aplausos ni palmaditas en la espalda. Son las grandezas de cartón-piedra las que se desviven por ser admiradas y aduladas.
Aquellos que cultivan su espíritu tienen como ideal a la justicia y no soportan la injusticia en ninguna de sus modalidades, pero mucho menos todavía ser ellos quienes la cometen.
Los hay que renuncian a esa grandeza que la vida regala como posibilidad, porque prefieren la comodidad material. Un traidor siempre traiciona por dinero, o por algo que se puede valorar. Algunos pueden decir que su precio es muy alto. Eso es mentira. Quien traiciona por mil, puesto en la tesitura, también traiciona por uno.
A los indefensos se les mira con lupa lo que hacen, mientras que a los poderosos se les suele perdonar todo. Mala suerte la de los poderosos. Al encontrar el perdón fácilmente, sienten la tentación de deslizarse por la pendiente de la vileza. Como la gente no se la ve, o no se la quiere ver, ellos ni se dan cuenta muchas veces.
Los hay que al ver el horizonte desean volar hacia él, arrostrando todas las dificultades que se puedan presentar y también están los que prefieren buscar la paja por los suelos. Y si estos últimos ven que alguno de los que han decidido volar se queda mirando una algarroba ya tienen bastante para mortificarlo. No les interesa darse cuenta de que aunque esté mirando la algarroba su interés primero está en el horizonte y por muchas tentaciones que tenga por el camino, no va a olvidar la meta que ha elegido.
Lo cierto es que la posibilidad de volar (metafóricamente) es universal. Quienes la desdeñan es por decisión personal. El horizonte está a la vista de todos. A unos les gusta más y a otros les gusta menos.

2 comentarios:

Joana dijo...

Gracias por escribir

Anónimo dijo...

Muy interesante visión de los horizontes humanos.