domingo, 20 de julio de 2014

Encontré un gilipollas

Como el que anda por el campo y ve un caracol, navegaba por Facebook y di con un gilipollas. Si quien encuentra el caracol es un experto en malacología lo que hará es clasificarlo adecuadamente. Si no es experto, se limitará a decir que el caracol es grande o no tanto. En el caso del que hablo puedo decir que el gilipollas es grande. Es decir, que es muy gilipollas. El uso de esta palabra se justifica en que procede de la terminología del sujeto.
Hay gente de la que, por su comportamiento, se deduce que ha vivido entre algodones, ha tenido sus oportunidades, que ha aprovechado, en su totalidad o parcialmente, y que se siente cómoda en un sistema de castas, en el que sólo permite acercarse a quienes considera sus pares y con los demás contemporiza. No tienen reparos en actuar con prepotencia, chulería, befa y escarnio, como sempiternos niñatos consentidos.
Si se hubieran tenido que enfrentar con la vida sin más armas que sus propias manos y sin más ayuda que la que pudieran prestarse a sí mismos entonces se habrían dado cuenta de que hay otros valores y otras capacidades y otros méritos que merecen respeto.
Quien ha tenido que enfrentarse con la vida sabe lo que es el respeto al prójimo. Entonces, busca hacer las cosas de forma elegante y no desconsiderada y chulesca.
Dijo Freud que fue un hombre afortunado, porque nada le resultó fácil. Esto lo sabe todo el mundo y sobre todo los que se las dan de cultos, o lo son, pero ya se ve luego que no lo acaban de comprender.
No se dan cuenta de que menospreciar a quien no se conoce puede dar pie a que un día se les dé una lección de la que les cueste reponerse. Hay personas que parecen poca cosa, pero que llegado el caso saben dar la cara cuando la mayoría, dentro de la cual están los niñatos, se difumina.

5 comentarios:

Unknown dijo...

Yo encontré tres gilipollas: se estuvieron disputando la primacía en su partido político y cuando tras prometerse los tres ayuda mutua una vez conseguido el cargo, terminó la cosa como el rosario de la aurora. Ello fue así por eso, porque eran tres gilipollas que no decían sino tonterías sobre el estado federal. A ver quién es el guapo que desmonta ese estado de las autonomías por el que encuentra trabajo medio millón de inútiles en España.

Anónimo dijo...

Pues supongo que lo tendremos que desmontar entre todos, cuarenta millones son más que medio millón. Eso sí, hay que ser consciente a la hora de votar lo que se vota. Y si nada te gusta pedir la representación parlamentaria del voto en blanco con un sillón vacio. Esa es la democracia.

Joaquín Castillo Blanco dijo...

Al Sr. Celdran, a quien no tengo el gusto personal de conocer. Tres felicitaciones. Para ti querido Vicente, una fuerte felicitación, por abrir "el melón". Pero si observas, si observar con breve atención, verás que hay, más, muchos más de tres y trescientos treinta y tres, los gilipollas, que lo son, por acción, por omisión y su diaria ilustración, en ese crecido medio millar, de golfos, vagos físicos y mentales, vividores del sudor ajenos, que en cada "legislatura" se apoltronan en los resultados de una elección sin ciudadanía crítica y valor moral.

Joana Sánchez dijo...

No se puede explicar mejor las sensaciones y emociones encontradas que surgen al tropezar con estos sujetos. Los gilipollas que ignoran que lo son, resultan peligrosos, pero los que aun sabiéndolo no cambian su proceder todavía me dan más miedo. Supongo que es cómodo vivir sin esforzarse, y sobre todo hablar sin pensar, porque todo ello requiere esfuerzo y sabemos que ya no está de moda. Yo no soy muy lista pero al menos sé que no pertenezco a ese grupo, y si viera que caigo en él por error echaría a correr hasta el infinito y más allá. Enhorabuena por el artículo-reflexión y a los comentaristas.

Joana Sánchez dijo...

¿Pancracio? ¿Don Pancracio? Además de muchas cosas, ¿colaborador y maestro en "No es un día cualquiera"?

Soy una personita feliz. Aunque sólo sea por compartir un insignificante comentario junto a usted aunque sea de forma accidental.

Le admiro o mejor dicho, me gusta su trabajo. Lo siento por este momento fanático en el buen sentido de la palabra.

Buen día a todos.