A
nadie se le escapa que las etiquetas 'buena persona' y 'mala persona'
se cuelgan, por lo general, de forma subjetiva e interesada. De
hecho, es frecuente que las citadas etiquetas cambien y quien antes
era tenido por buena persona puede pasar a ser considerado de la
forma opuesta en función de los intereses de quién emite el
veredicto.
Parecería
que no hay una forma objetiva de saber quién es buena persona y
quién no. Pero ocurre que sí que la hay. Cuando a la hora de
perpetrar una injuria, quien se dispone a hacerlo calcula la
capacidad de respuesta de su adversario y al advertir que las
posibilidades de éste son escasas o nulas y por ello pasa a la
acción es mala persona. Es decir, quienes creen en la impunidad son
malas personas. Una buena persona no puede sentirse a gusto después
de haber cometido una fechoría, grande, pequeña o mediana. No cree
en la impunidad. Las malas personas no sólo están tranquilas
después de haber hecho el mal (tengo la conciencia muy tranquila,
pueden decir), sino que incluso es posible que disfruten al ver o
imaginar el dolor de su víctima.
Goethe
decía que la más cruel de las venganzas consiste precisamente en no
vengarse, de modo que ya se va viendo que pensaba que la impunidad no
existe. De forma parecida opinaron Baltasar Gracián, Sócrates,
Epicteto, Marco Aurelio y Cervantes, entre otros. Pero su forma de
razonar no es la misma que la de los malos, a los que las
consecuencias que, según estos pensadores, se derivarían de sus
actos no les preocupan demasiado.
La
amistad con los malos resulta inquietante, puesto que en cualquier
momento, a causa de sus pasiones (envidias, celos,...), o cálculos
interesados pueden romperla, para lo cual son capaces de encontrar
excusas, e incluso causar perjuicio.
2 comentarios:
A mí lo que me molesta muchísimo es la cobardía de todos ellos.
Porque todos pretenden hacernos creer que son "los buenos". Que ese daño que han hecho era necesario para " El bien común, para la democracia, para el triunfo de la Fe verdadera..." Y que la Historia les dará la razón.
Son unos horteras cobardes. Tenían que haber leído un poco a los griegos. Que Antígona, por ejemplo, que al intentar dar honras fúnebres a su hermano sí que había cumplido con su deber y con su conciencia, y no había hecho mal a nadie, bien que aceptaba su castigo por haber incumplido la ley...
Pues eso, unos cobardicas y unos horteras. Y quienes acepten sus excusas, son igual que ellos.
Vicente, no hay mejor o peor venganza, depende de cómo se mire, que un abrazo.
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