lunes, 23 de julio de 2018

Presentación en Madrid del libro '2016. Año bisiesto', de Vicente Torres.


Durante casi dos meses he estado arrastrando una deuda pendiente; la que contraje con Vicente de subir a "Vientos" el texto de la presentación que hice de su libro "2016 año bisiesto" en Madrid. Por fin encuentro la ocasión y los medios, así que espero que Vicente pueda colgar de nuevo la escopeta encima de la chimenea.

Hay ligeras diferencias con cómo fue la presentación de viva voz; uno no puede simplemente leer como un papagayo y al leerlo siempre suena diferente que al escribirlo, y algo se cambia, pero en esencia aquí está:


Buenas tardes a todos.


Hoy vamos a presentar el último libro publicado por Vicente Torres, que es este señor que se sienta aquí a mi lado y cuya foto sale en la contraportada. Cabe la posibilidad de que ustedes hayan venido aquí interesados en el libro, en el autor o en su obra, así que todo esto les sobra porque ya se lo saben.
Pero si han venido casualmente a refugiarse a esta sala porque el clima fuera les ha empujado, o porque (llevo un rato sin salir) fuera hay una invasión alienígena o similar, debo decirles que Vicente es valenciano, periodista y escritor, autor de varios libros y colaborador habitual de Periodista Digital.
Yo soy Pablo de Enrique, amigo suyo desde hace varios años, y se ve que los amigos se le van acabando porque en estos momentos estoy yo, y no otra persona, presentando este libro. No tengo experiencia literaria más que como inveterado lector, ni méritos personales dignos de ponerse en un currículum, no soy político, ni escritor, ni tengo un blog de éxito, aunque Vicente hace muchos años que me conoce y estoy seguro de que ha sido una decisión meditada y no desesperada. Aunque cabe la posibilidad de que después de hoy ya no se atreva a que nadie le presente libro alguno.
El caso es que el libro que queremos presentar hoy, "2016 año bisiesto", es un libro peculiar. No es una novela ni un ensayo sobre un tema concreto, sino una colección de pensamientos ordenados como un diario con 366 entradas, las correspondientes a los días de un año bisiesto, como fue 2016.
Estas entradas (y se lo he preguntado) no se corresponden con actos concretos de esos días. Vamos, que si en una entrada alguien lleva bufanda no es porque ese día hiciera frío, sino porque las bufandas tapan bocas y cualquier día del año es bueno para que uno se calle, o le animen a callarse. Salvo el 29 de febrero que estoy casi convencido de que es la causa inicial de que este libro exista. Poder felicitar el cumpleaños de Pedro Sánchez a lo grande. :-P
Las entradas tampoco se limitan a 2016, dado que citan hechos también muy anteriores. El año y los días sólo son un marco literario.
No es un formato nuevo en la obra de Vicente; el “Diario de un escritor naif” tiene una estructura similar, aunque como él mismo dice en la contraportada de esta obra, “2016” es menos anécdota y más pensamiento. Otros libros suyos son recopilación de artículos, como “Valencia, su mercado central y otras debilidades”.
En esta obra se apoya ocasionalmente en textos de algunos amigos y conocidos, y en citas de prensa y pequeños fragmentos literarios que facilitan a Vicente acomodar en el libro los diferentes temas que va introduciendo para nosotros. Tampoco es la primera vez que participa en colaboraciones, como con “Palabras para Ashraf”.
Uno de esos textos es mío. Me ha tocado el 24 de noviembre, fecha en la que tras mirar un poco en las hemerotecas llego a la conclusión de que no pasó nada, pero es el día en que toda la prensa se hace eco de la muerte de Rita Barberá, el día anterior. Es difícil tener más competencia. Otras colaboraciones son, por el ejemplo, el 28 de marzo de Jesús Landart, amigo común sobre la hipóstasis. O el 10 de abril, de Javier Aguado sobre los jarrones chinos. Javier Guardiola, notario mendozino con raíces valencianas habla el 7 de junio sobre la militancia, usando a Séneca como punto de partida. Otros amigos como Toni Solano o Carlos Blanco asoman también más de un día.
Las entradas de este diario no son, como estamos diciendo, casuales. Son completamente intencionadas.
Algunas, como estas aportaciones de amigos que mencionamos, no tienen nexo en común. Pero para eso ya se encargó Vicente de seleccionar sus entradas y sus recuerdos. Y no tarda uno nada en darse cuenta de que este libro tiene tema, o temas. No es un recuento de lo sucedido, no es un diario, sino que es una presentación de las cuestiones que siempre le han interesado, metidos en entrepán, que es como más fácil se da a comer la sustancia. Pequeños trozos de unas pocas líneas de ideas compactas, rodeadas de alguna anécdota ligera para que sean más sencillas de tomar con la mano y morder.
Para su castigo, citaré el 21 de junio, donde Vicente dice que “cada palabra que se dice limita la libertad de movimientos en el futuro”. Buenos grilletes te pones, Vicente.
Los temas del libro se resumen con facilidad. Valencia, la educación y la inteligencia, la deslealtad, el desprecio y ETA. O el bien y el mal, lo que ustedes prefieran, aunque este último resumen es banal, porque ¿acaso es posible escribir sobre otra cosa?
Política también, por supuesto, pero eso es repetirme.
Algunas entradas de diario no dicen nada, pero obligan a buscar. ¿Quién es el Conde de Aresti, mencionado el 15 de marzo, y qué listón es ese?
Otras son consejos. El 24 de enero, por ejemplo. 11 de febrero. “La sabiduría...”
Unas cuantas entradas describen lugares y personas que existieron alguna vez pero ya no, porque casi todas las descripciones son en el pasado. Nostalgia, supongo. Las personas son muy a menudo anónimas, pero los paisajes son siempre valencianos, así que voy a suponer que las personas también.
Algunas entradas valencianas tocan el catalanismo, inevitable. Y Joan Fuster, que se lleva una buena ración de toques.
Y no deja de ser interesante orgullo valenciano recordar, el cinco de mayo, que Valencia tuvo durante tres siglos y medio el mayor prostíbulo de Europa. Y al día siguiente la triste discriminación que sufrían en su acceso los que no eran cristianos. Se ve que a los moros y judíos hacía falta salvarles del pecado. Supongo que para compensar también habla del café de España, también de Valencia, como café más lujoso de Europa. Algo había que hacer por las tardes.
También hay bastantes días en que se recuerda a las víctimas de ETA. Me da la impresión de que son algunas de los más sentidos de Vicente. La mención al conde de Aresti del 15 de marzo o la cadena del 4 al 6 de junio, por ejemplo, pero no se puede pasar muchas páginas sin encontrarlas.
Pero la gran mayoría se centran en el dolor de la injusticia, la deslealtad, la traición o el desprecio a los demás. Es el tema más frecuente de las entradas del libro, incluso de las que quieren decir otra cosa, Valencia, la educación o ETA.
2 de marzo o el 3 de agosto, el bien y el mal, 13 de junio, el desprecio. Hay unas cuantas sobre lo que hacen algunos que se sienten mejores que los demás, y que pueden permitirse imponerse por su posición de poder. Un cardenal, el 29 de octubre (no parece, por cierto, que la iglesia sea santo de su devoción). El 20 de octubre, el 12 o el 13 de agosto.
A veces tenemos pequeños ciclos, como cuando del 8 al 10 de marzo se habla de Cela y Dominguín. Curiosa unión. O de Cervantes (que aparece varias veces a lo largo de la obra) los días 29 y 30 de marzo. Y un pequeño ciclo femenino del 5 al 8 de abril. O digresiones un poco más largas como el extracto de entrevista del 14 de abril.
La cadena de 27, 28, 29 y 30 de abril comienza con las palabras que ya se han hecho tan famosas de Jordi Pujol de “el hombre andaluz no es un hombre coherente, es un hombre anárquico”. Desde luego la política no falta en estas páginas, sobre todo porque si el hilo conductor del libro es la deslealtad y el desprecio, difícilmente podría evitarse.
Buena parte de este libro es amargo. No podría ser de otra manera. Los pensamientos de muchos de los días de este año bisiesto los protagonizan personas que traicionan y decepcionan, que derrochan cualidades que podrían utilizar para algo mejor. Eso cuando no son directamente dañinos y malvados. Psicópatas en un mundo orwelliano. Menos mal que de vez en cuando se entremezcla la anécdota suave y el recuerdo, pero no se si no es peor porque así facilitan el trago de lo que en realidad no es aceptable. 

Reto a Vicente a que su próxima obra sea, en compensación, una comedia.

Terminaré esta presentación con una entrada de autoayuda, que también hay. Los consejos del 28 de junio son prácticos. Recomiendo al público la práctica del uno y el tres. Yo voy a practicar el sexto, y me callo ya mismo.


Muchas gracias.

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