domingo, 16 de septiembre de 2018

Las mujeres, la prepotencia y el feminismo

A veces, en donde esperamos dar con la elegancia topamos con la prepotencia. No es que la elegancia sea una virtud olvidada, es que siempre ha sido escasa. La elegancia de espíritu siempre resulta admirable, tanto en hombres como en mujeres, pero en las damas que la incorporan brilla mucho más, las hace irresistibles.
Hay mujeres que han sucumbido a la tentación de la prepotencia y a pesar de ello, bastantes se creen con derecho a enarbolar la bandera del feminismo. No se puede ser ambas cosas a la vez. El feminismo es un movimiento que aboga por la justicia, por la igualdad de derechos, por la concordia. No basta con ser mujer para ser feminista. Cualquier hombre puede ser feminista. Cualquier mujer puede ser machista, o sea, dispuesta a aprovechar la ventaja sobre quien esté en inferioridad.
Hay señoras que defienden, con todo el derecho del mundo, ciertos postulados. Ahora bien, no deberían hacerlo bajo la bandera del feminismo, sino poner otro nombre a sus reivindicaciones.
El feminismo es un movimiento útil, necesario, hermoso, ético, moral, y no debería ser contaminado con otras cuestiones que tienen poco que ver con esta lucha justa. En cambio, la elegancia espiritual sí que tiene mucha relación con el feminismo, seguro que está en su origen.
Los patanes, esos que sólo piensan en su provecho inmediato, los que no piensan en la justicia más que cuando se sienten perjudicados, los que se burlan de los indefensos y se postran ante los poderosos, los necios capaces de sumarse a cualquier conjura, los que disfrutan librando de malos amigos a las buenas personas, no podrán entender jamás el concepto del feminismo, el de la elegancia, el de la justicia.
Por eso hay que vivir sin dar excesiva importancia a los patanes y tratando de reconocer a quienes cultivan valores que merecen la pena.

2 comentarios:

Ignacio Merino dijo...

Muy bueno. Ponderado, justo, elegante.

Saludos,
Ignacio Merino

vicente barberá albalat dijo...

Muy acertado y oportuno, Vicente.