lunes, 11 de febrero de 2019

A vueltas con el rencor

Cuando una mala persona detecta a una buena el arreglo ya es imposible, y esto ya se sabe desde los albores de la humanidad. Caín vive entre nosotros y no descansa en su empeño de hacer el mal a otros, de perjudicarles en la medida de sus posibilidades, de hacerles patente el odio que siente por ellos.
Caín siempre necesita un enemigo sobre el que volcar su furia y su rencor, y quienes sean testigos de su ensañamiento con alguien, que luego será sustituido por otro y más tarde por otro más, deben tener presente que sus víctimas, casi con toda seguridad, son mejores personas que él.
Este proceder tiene una explicación muy fácil. Todo el mundo necesita creerse bueno, otra cosa es intentar serlo, por eso cuando Caín se da cuenta de que alguien se ha esforzado con provecho en este sentido queda patente para él su descuido sobre el particular. Es como si al mirarse al espejo se viera feo y enfurecido lo rompiera.
Incluso los etarras y sus cómplices o admiradores necesitan creerse buenos. Para perpetrar sus desmanes, o aplaudirlos y disculparlos, necesitan la coartada que les proporciona Sabino Arana, ese orate integral que debería estar en el olvido, pero cuya memoria mantienen viva otros, no menos orates que él. ¡Cuántos atentados nos habríamos ahorrado si no fuera por eso!
El caso es que no solo se mantiene viva, de manera improcedente, la memoria de Sabino Arana, y también de otros personajes igual de malignos o casi, sino que al propio Caín no se le permite. Seguramente, la humanidad tiene la obligación de percatarse de que el cainismo es una rémora para la sociedad, un freno y una fuente de conflictos innecesarios que sería conveniente eludir, por lo que una vez cumplido su papel histórico de hacer la naturaleza del mal debería desaparecer.
A Caín siempre dan ganas de decirle: me ganas en todo excepto en una cosa: soy mejor persona que tú. Porque ellos nunca intentan vencer en eso, sino convencerse de que no es cierto.i
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1 comentario:

Anónimo dijo...

Dn Vicente, tampoco el papel de Abel es glorioso; a Caín no hay que ponerle la otra mejilla porque te destroza la cara. Al mal hay que encrarlo como lo que es; la negación del bien, y en ese sentido no se le puede dejar ir se de rositas. A cain hay que plantarle cara y destruirlo si es posible. Ser mejor que otro nunca es una ventaja....sobre todl cuando la calaña del otro es de tal naturaleza que se sabe a ciencia cierta que cabará con nosotros si no nos lo quitamos antes de encima.
Saludos cordiales.