lunes, 4 de mayo de 2020

Aquellos autores bíblicos


Andamos en la adolescencia tratando de reafirmar nuestro ego, y muchos persisten en esta tarea durante toda su vida, sin caer en la cuenta de que este asunto, y otros, está resuelto en la Biblia, entre cuyos autores hubo unos cuantos geniales y entre todos dejaron constancia del modo de pensar imperante en aquellos tiempos.
El caso es que uno de los geniales, el autor del episodio de la zarza ardiente, lo dejó claro: Yo Soy el que Soy. Los demás, no somos. Tampoco podemos pretender ser, puesto que nuestra vida es efímera. Cuando vamos a creernos que somos alguien ya nos hemos muerto y los hay que se consuelan pensando que han sido incluidos en la Enciclopedia Británica. Parco consuelo para un muerto. ¿Qué hacer ante esa realidad? Pues también está en la Biblia. Otra genialidad: ‘Por sus obras los conoceréis’. Uno es lo que hace. Es decir, si hace el mal, es un malvado; si hace el bien, es un bendito. Lo que ocurre es que nadie es perfecto, de ahí que nadie pueda ser. Queda en pie, pues, el propósito, la intención predominante. Ser útil a la sociedad, hacer el bien todo lo que se puede. Hay personas que han alcanzado un gran virtuosismo en este punto. Otras, en cambio, fracasan de forma lamentable. En su fuero interno se saben ruines. Esto les crea un gran malestar, porque todo ser humano necesita creerse bueno. El modo de resolver este resquemor interno consiste en procurar hacer todo el bien que esté en su mano, pero no pueden, no quieren hacer el bien. ¿Qué solución adoptan? Pues la de convencerse que hay otros peores que ellos. Y en ese empeño pasan la vida, tratando de destruir a otros, a los que no cabe duda de que superan en maldad, presentándolos como malos, difamándolos, gastando sus fuerzas en vano al cabo, porque su desazón íntima sigue, y sigue, y sigue...

1 comentario:

Isabel Barceló Chico dijo...

Me encanta tu lectura de la biblia. Deberías escribir un libro para comentarla toda. Sería genial.