sábado, 25 de febrero de 2012

El almendro invasor

No sé muy bien si esto de que haya tantos vigilantes para que nada se salga de lo políticamente correcto, que están atentos para que no nos destruyan, para que no nos quiten lo bailado, y para tantas cosas más, es bueno o malo.
Resulta que han descubierto que el almendro es una especie invasora en Canarias. El taimado almendro llevaba disimulando cuatro siglos en las islas, pero de nada le ha valido el disimulo. Al final ha sido descubierto, y ¡hale!, a tomar viento fresco. Los canarios se librarán del invasor en menos que canta un gallo.
Digo yo que en la Comunidad Valenciana también hay algún invasor de esos. Pienso en el jacarandá, por ejemplo, que autóctono no debe de ser, porque no habla la lengua vernácula. Aunque pienso yo que si pone un poco de empeño y la aprende, esos que se la cogen con papel de fumar le permitirán quedarse.
A veces se pasan de la raya esos que miran por la pureza de las cosas. En Valencia, era muy trabajoso reducir el número de palomos. Enseguida salía alguien a protestar si se les tocaba una sola pluma. Se sabe que las cagadas de los palomos son muy malas para las piedras centenarias. Yo no soy una piedra, pero una vez me cagó uno de esos. Pasaba por debajo de él y no tuvo piedad. En otra ocasión, estando en la plaza de la Virgen, aterrizó uno en mi cabeza. Yo me quedé quieto, intentando no moverme nada para no espantarlo, no fuera a aparecer un malaje de esos y me echara la bronca. Al final, alguien echó al suelo comida para palomos y se bajó.
Volviendo a Canarias, no sé si los canarios salen ganando o perdiendo. El almendro será todo lo invasor que quieran esos, pero en febrero florece y quienes lo ven se vuelven poetas, aunque sea por un rato. Y digo yo que a lo mejor los poetas también se van de Canarias.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Ahora hasta los almendros son indocumentados. Pero cuatro siglos son cuatro siglos buen atenuante para ser invasor y un ciudadano mas legal que cualquiera.

Fuensanta Niñirola dijo...

Sí, esto de la corrección política, el purismo y esas mandangas a veces (¿que digo veces? ¡siempre!) nos llevan a callejones sin salida.
También en mi calle había una invasión de chopos, mira por donde, y salían por todas partes y aun así no se les podía tocar porque era especie protegida. Finalmente ahora estamos invadidos de adelfas. El caso es que la corrección política va y viene, según conviene.