Parafraseando
al clásico cinematográfico, se podría decir que el mundo se divide
en dos. A unos se les reconoce porque basan su personalidad en la
memoria. Recuerdan sus actos, mejores o peores y tratan de construir
su identidad basándose en unos ideales. Las personas pueden formar
su propia.
identidad,
no así los pueblos, puesto que las personalidades colectivas
dependen de circunstancias cambiantes. La personalidad individual
depende de la voluntad del sujeto y del valor que tenga, porque
algunos sueñan algo, pero no se atreven a intentarlo.
A
otros no se les reconoce por su identidad, puesto que para predecir
sus reacciones no hay que basarse en sus actos anteriores. Se les
reconoce por sus pautas de conducta, como a los gatos y a los patos
(he escogido a dos animales simpáticos). Van adonde hay comida. No
suelen recordar lo que no les interesa, sino que se centran en
aquellos lances que les convienen, o en los que han sacado provecho.
No les sirve la memoria, pues, para formar su personalidad, sino que
es una herramienta más en orden a conseguir lo que les apetece.
Recuerdan estrategias.
No
se puede decir que abunden más los hombres o las mujeres en uno u
otro sector, sino que probablemente se reparten por igual.
Lo
que sí que parece fuera de toda discusión es que tanto los de un
tipo como los de otro, prefieren, en principio, tratar con personas
con código. Para los que también lo tienen, porque con ellas se
sienten entre iguales, saben que pueden confiar, al menos hasta
cierto punto. A los que no lo tienen también, porque saben que
disimulando un poco, para hacerles creer que tienen ética, pueden
ganar su confianza y sacar provecho del asunto.
Cuando
ambos amigos pertenecen a la especie representada por los patos los
dos hacen cua cua para despistar al otro y desviarlo del objetivo.