miércoles, 22 de febrero de 2017

El mito de Adán y Eva, por Pilar (Espinosa) Carpio


Es una bella y esquematizada composición. La artista, fiel a los principios que inspiran su obra, nada proclive a los amaneramientos ni a dejarse influir por las modas o gustos pasajeros, aborda este mito con la elegancia que es natural en ella y el toque pícaro que demanda la escena.

La elección de los materiales ya denota el buen gusto de la autora. La diferencia de colorido entre Adán y Eva, más suave el de ella, rayado el de él; de color más claro y de forma más lisa la figura femenina, más oscuro y con rayas, que inducen a pensar en una piel más ruda, la masculina.

A una altura estratégica está la serpiente, enroscada en la figura de Adán, cuya mirada reclama la complicidad de la hoja de parra, que la tiene enfrente, y ya se ve que la encuentra, porque está con el peciolo hacia abajo, al revés de como se suele representar, lo que significa que se ha rendido a los encantos del reptil, lo cual confirma también su posición, semejante a la de una puerta que se abre.
La serpiente lanza la lengua hacia la hoja, que emana efluvios amorosos, mientras que su cola reposa en actitud confiada.
En el cuerpo de la mujer hay otras marcas, que vienen a ser como adornos que la embellecen, contribuyendo a disipar la rutina.
La figura femenina es de líneas más estilizadas, mientras que en la masculina contiene cortes más abruptos.
Una manzana, de la que sale un gusano, con lo cual se señala que tampoco es virgen, en la cabeza de la figura masculina, como si estuviera saboreando mentalmente la tentación, viene a completar la alegoría.
También conviene resaltar que los cuerpos en sí no denotan ninguna emoción, sino que todo ocurre entre la serpiente y la hoja de parra, como viniendo a significar que todo lo que ocurre en la escena es natural, o propio de la condición humana.
Vicente Torres



2 comentarios:

Justo Coll Villanueva dijo...

Una vez más Vicente Torres deja la evidencia de su gran capacidad de análisis del complejo ser humano y sus manifestaciones artísticas.
Genial descripción de una composición ciertamente original e intrigante.

Isabel Barceló Chico dijo...

Creo que has hecho una interesantísima y aguda lectura de esta obra de Pilar (Espinosa) Carpio. Por mi parte, sugiero que la manzana sobre la cabeza de Adán podría también interpretarse como que es él, el varón, la tentación. En definitiva, la serpiente está en él (enroscada en su cuerpo) y tiene una vitalidad de la que no goza la hoja, que no puede realizar otra acción que apartarse o mantenerse en su sitio. La iniciativa es del varón/serpiente, él posee la manzana que simboliza la tentación/y el pecado. La víctima, aunque lo sea gustosamente, es Eva.
Magnífica pieza.
Saludos cordiales.