domingo, 24 de junio de 2018

Motivos para el desconcierto

Hay quien muestra su maldad sin pudor alguno, aunque cabe la sospecha de que quien lo hace piensa que es un gesto de superioridad. Algunos necesitan sentirse superiores. De cierto elemento piensan muchos que es sosegado y reflexivo, pero en cambio quienes se han fijado bien saben que se lo llevan los demonios y necesita desviar su atención hacia otros.
Estoy leyendo el libro ‘Necesidades emocionales’ de Carmen Cayuela y aunque aún no lo he terminado puedo anticipar ya que sirve perfectamente para analizar el comportamiento de los demás y de uno mismo. No hay mejor modo de conocerse uno mismo que investigando al prójimo y de ahí que el personal se conforme tan fácilmente con los estereotipos, porque eso le exime de profundizar en el conocimiento de sí.
Cierta persona demuestra continuamente su caudal de conocimientos, lo cual le sirve para ser catalogado como racional. Y sin embargo vive esclavizada por sus sentimientos y esa exhibición continua de su erudición es una pantalla con la que oculta su vulnerabilidad emocional; si se le explica a otra persona que en cierto lugar, exceptuando a uno, todos hacen la pelota y a ese que es la excepción se le considera el malo es capaz de explicar por qué ocurre eso y por qué el señalado debería hacer también la pelota y a continuación dice que se considera a sí mismo como racional. Un doctor en Filosofía cuenta que se ha apartado de unos amigos, pero lo equilibra alegando que se ha acercado a otros. Si es para esto para lo que sirve la filosofía...Otros que por su forma de hablar dan a entender que tienen un alto concepto de sí mismos no tienen reparo en faltar a la palabra que han dado, en incumplir sus compromisos adquiridos, en defraudar a quien confió en ellos.
Es una evidencia que la exhibición de buenos sentimientos que caracteriza a nuestro tiempo no se corresponde exactamente con los hechos. O sea, algunas veces sí.

3 comentarios:

eguster dijo...

Un estupendo análisis. Para tomar nota.

Anónimo dijo...

Vicente Torres es capaz de no dar puntada sin hijlo incluso cuando hay muy poco. Tiene la virtud de hacerse rápidamente con el corazón del asunto.
Pancracio Celdrán

Juan Gnav dijo...

Qué quieres que te diga que no sepas, Vicente, la maldad es el defecto que más se ha de encerrar, siete llaves son pocas. Todo el mundo sabe lo que es la maldad, pero nadie la conoce entera y por eso entran en conflicto a la hora de subrayar en dónde ven el mal. Yo hago cosas mal sin malicia, me lo puedo permitir ya que no soy un erudito. El listón de buena persona no encuentra su sitio una vez has hablado con muchos.

No tengo conocimientos reseñables ni hago soberbia con ellos y sí, soy un desequilibrado en tratamiento desde hace casi una década. Soy vulnerable en extremo.

Carezco de amigos, soy huidizo e intento no apalabrar nada porque luego he de cumplir sí o sí. No quiero que me alcance el pasado por eso corro ansioso hacia delante. Lo que te dije al principio, qué decirte que no sepas.