domingo, 21 de abril de 2019

Receptores de sangre

He de comenzar diciendo que un donante de sangre no piensa que le vayan a dar las gracias. Ese era mi caso y deduzco que el de todos los demás. Puedo añadir que mis donaciones han servido en algún caso personas que me habían estado haciendo mal, o querían hacérmelo. No me importa, porque cada cual es como es. La índole del escorpión abunda, pero no por ello hay que cambiar el propio comportamiento.
Tengo escrito que el agradecimiento es propio de las almas elevadas, y esas escasean. Por ese motivo, cuando alguien ha sufrido una operación quirúrgica en la que ha necesitado alguna transfusión sanguínea y luego, para resaltar lo delicado de su caso dice: me han tenido que poner dos bolsas de sangre, y lo dice como si esa sangre hubiera brotado de un árbol, o la hubieran fabricado en un laboratorio, inspira ternura. Lo correcto habría sido que dijera: Estoy vivo gracias a los donantes de sangre, a los que agradezco su altruismo y su generosidad. Pero no, suelen considerar el asunto como si fuera un medicamento más que se les ha administrado.
Hay muchos que se creen mejores que los demás y desean cambiar el mundo, pero quieren hacerlo mediante ideas geniales, no mediante sus actos, no cultivando la virtud del agradecimiento, no intentando la vía de la cordialidad.
Hay muchos que pregonan su sensibilidad, pero ni ellos mismos se dan cuenta de que esa sensibilidad es impostada y más falsa que un euro de madera, más cercana a la sensibilidad del narcisista que a la verdadera sensibilidad. Lo suyo es el egoísmo, presente en cualquier acto de maldad que tenga lugar.
El egoísmo y el narcisismo son propios de personas que no han superado la etapa infantil, mientras que la generosidad y el agradecimiento se dan en quienes han alcanzado, o quieren hacer, la madurez.

1 comentario:

Mª Jesús Díaz, mamá de Chusi dijo...

Ingrato es quien niega el beneficio recibido; ingrato, quien no lo restituye; pero de todos, el más ingrato es quien lo olvida. (Séneca) Feliz Navidad Vicente