lunes, 25 de noviembre de 2019

Falta de ternura

Podría haber puesto como título ‘falta de educación’, porque si no hay educación tampoco puede haber ternura, y sin ternura la vida se hace difícil.
Vivimos tiempos en que los ignorantes, que tanto proliferan, piensan que la educación, los buenos modales, o la misma cortesía no sirven para nada y dan rienda suelta a su estupidez. Sí, piensan que la estupidez es uno de tantos derechos democráticos. Ignoran que después de la cortesía no hay nada y que si se pierde ésta se pierde todo.
Es fácil que hoy en día alguien haga una confidencia banal a una persona con la que tiene un trato esporádico para ganar su momentánea simpatía, y que ésta utilice esa confidencia para menospreciar a quien se la ha hecho. He ahí un ejemplo de falta de ternura. Pero es que el personal necesita despreciar y menospreciar para sentirse más. ¿Más qué?, cabría preguntar.
Se puede ser más que otro en un campo, ¿pero en todos? A lo largo de mi vida he conocido a muchos que han querido demostrarme que eran más que yo, pero no recuerdo que nadie haya querido demostrarme que era o es mejor persona. Por ahí van los tiros, quiero decir que la falta de ternura es, precisamente, consecuencia de esto.
En estos tiempos que corren hay un crecimiento del egoísmo (¿cómo es que los partidos de izquierda no promueven lo contrario?), un repunte del narcisismo (esto es propio de una sociedad inmadura, o sea, que a pesar de tener tantos políticos la sociedad empeora), un auge de la prepotencia (lo cual propicia la violencia, moral o física, contra los más indefensos), lo que demuestra que una cosa es hacer creer que se combaten determinados fenómenos y otra que realmente se haga, porque a lo mejor, lo que se fomenta, a sabiendas o sin querer, es lo contrario.

2 comentarios:

Mª Jesús Díaz, mamá de Chusi dijo...

Estoy muy de acuerdo con tu reflexión, querido Vicente. La capacidad de dar y de sentir ternura no está al alcance de todo el mundo. Es como querer subir a lo alto de una escalera sin subir todos los tramos, uno a uno. El equilibrio te manda al suelo.

Anónimo dijo...

Muy cierto, Vicente... A veces no lo expresamos pero coincidimos con tu reflexión. Lo compartiré con el equipo de profesores del colegio y lo mismo lo colgaré en el face. Gracias por expresar una realidad que nos deshumaniza.
Ana Teresa Zegarra C.