Supongamos que al igual que Josef K., el
protagonista de ‘El Proceso’, de Franz Kafka, se me arresta y se
me recluye en un lugar. Tampoco sé por qué, pero, al contrario que
él, sí que sé que jamás saldré de ahí, ni podré hablar con
nadie. Tampoco tendré papel ni lápiz. Se procura que tenga de
todo, que pueda tomar el sol cuando quiera, buena comida y bebida y
toda la atención médica necesaria para que mi vida perdure todo lo
posible. Se dirá que el hecho de que se me facilite comida, bebida y
atención médica es una manera de dialogar, pero la alternativa, que
tenga que cazar, pescar, cultivar la tierra, cocinar, etcétera me
haría estar entretenido, y lo que se pretende es que no tenga más
remedio que pensar.
Puesto que mis circunstancias no serían
las de Tarzán, o Rómulo y Remo, criados todos por animales, sino
que habría surgido de la civilización, o sea, eso que ha sido
formado por miles de millones de personas, sin cuya aportación
seríamos muy parecidos a los chimpancés, y algunos a los cerdos,
tendría dos opciones: el suicidio o resistir. Esto último es un
desafío más sugerente incluso que el de subir al Himalaya a pulso.
Aceptado el reto, hay que partir de la
base de que todo lo que piense nacerá y morirá en mí. Nadie podrá
saber jamás lo que he pensado o dejado de pensar. No tendré ninguna
necesidad, pues, de recurrir al autoengaño. Tampoco tendrá sentido
que pretenda reforzar mi autoestima, ni que desee alimentar mi ego.
Estaré a solas conmigo y todo lo que piense será verdad y nada más
que verdad. ‘Quien habla solo espera hablar a Dios un día’, nos
explicó Antonio Machado. ¡Mi diálogo sería con Dios! Pero no
sería con el dios de la guerra, ni con el de la paz, ni con el del
trueno, sino con un único Dios.
5 comentarios:
Todo un tratado.
Ohhhhhh, que interesante... de acuerdo, con el único Dios.
AnaTeresa.
Qué interesante, Vicente. Muchas gracias por la reflexión.
Todo se pierde en la niebla del tiempo.
Alguno habrá pasado por algo así, en los vastos siglos del hombre. La posibilidad más razonable para estos Abate Faria o Luis XV es la locura, más que la teología. O quizá ambas son lo mismo en dichas circunstancias. Abrazo.
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