sábado, 1 de diciembre de 2018

Todo empezó con Simone Weil

La mística y filósofa lloró al tener noticia de una hambruna que tenía lugar en la lejana China.
Por nuestros lares abundan los fantoches de cartón piedra a quienes las repercusiones que sus actos, desprecios, traiciones o engaños, tienen en los demás, personas de su entorno por lo general, les importan un bledo, cuando no les alegran y celebran brindando con lo que tengan a mano.
Se parapetan tras su sonrisa cínica, hipócrita, sardónica o ratonil y tratan de aparentar una suficiencia de la que ellos mismos dudan.
Cuando pillan a un niño robando un mendrugo en Kolimá le echan un cubo de agua encima y lo dejan a la intemperie. Bastan unas pocas horas para que muera. La mayoría se complace con la idea de que ese lugar está muy lejos, sin caer en la cuenta de que si viviera en él, con las mismas condiciones de vida, actuaría igual. Como Simone Weil hay muy poca gente.
He visto competir para subir las escaleras más deprisa, para correr más rápido, para debatir mejor, para demostrar mayor caudal de conocimientos, para escribir o cantar mejor, para tener más resistencia debajo del agua, y para infinidad de cosas más. Espero que antes de que se acaben mis días pueda asistir a una competición para ver quién es mejor persona.
Tengo escrito que lo que más envidia genera es la bondad. Todo el mundo quiere creerse bueno. Incluso en caso de etarras como Otegui. Pero entre creerse y serlo hay un trecho grande. Esa es la asignatura pendiente. Molesta mucho a la mayoría encontrarse con una buena persona.
Lo que está deseando el personal, hablando en términos generales, es una excusa, una coartada, una insidia, una maledicencia, para volcar su furia contra alguien.
Hay muchos podemitas, o sea, que quieren el bien para sí y el mal para otros, que no saben que lo son y quizá ni siquiera votan a ese partido, pero lo abonan.

2 comentarios:

Unknown dijo...

Asi debería ser, Vicente. Y lástima de que haya personas que desestabilicen la convivencia.

Unknown dijo...

Como siempre Vicente, brillante tu artículo !!! Tiempos difíciles para buenas personas que creen a políticos que mienten con temerario desprecio a la verdad.